Todos conocemos las claves para seguir una alimentación saludable. ¿Por qué nos cuesta tanto seguirlas? Aunque los ritmos de vida actuales no ayuden mucho en este propósito, hay muchas posibilidades de conseguirlo. Os ofrecemos algunos consejos:
Desde pequeños, el consumo de alimentos sanos, equilibrados y variados, era una máxima que teníamos que cumplir tanto en el colegio como en casa. Por ello, nuestros padres dedicaban bastante tiempo para que esto fuese así (se escribían los menús semanales, se preparaban ‘canastos’ para asegurarse que lo que comiésemos fuese ‘casero’ y había un especial interés por meter en la mochila productos saludables para ese tentempié tan necesario a media mañana en el recreo).
¿Qué ocurre ahora? ¿Somos conscientes de cómo es nuestra alimentación? ¿Transmitimos esos tan conocidos hábitos saludables a los más jóvenes?
Por todos es sabido los beneficios que aportan alimentos como las verduras y las frutas (recordemos que una dieta abundante en productos vegetales sin procesar debería ser la base sobre la que se construye una alimentación saludable). Además de proporcionarnos los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del organismo, una dieta que combine frutas, verduras, pescados, huevos, cereales, lácteos y carnes en las proporciones correctas, nos previene de enfermedades tales como la diabetes, la hipertensión y la hipercolesterolemia.
Con todo esto, un poco de ejercicio físico diario, dos litros de agua y cinco comidas al día, nos aseguramos una correcta ingesta de nutrientes.
El ritmo de vida actual y los horarios pueden no ayudar a comer tan sano, pero no es imposible. Hay multitud de alternativas a la comida rápida, procesada y cargada de aditivos que no le aportan nada extra y empobrecen la dieta.
Volviendo a recordar lo que nuestros padres hacían…¿quién no ha visto esas fiambreras llenas de guisos del día anterior que alimentaban con tan solo olerlas? ¿O esas recetas frías de verano (gazpachos, salmorejos, ensaladas de legumbres, sopas de frutas…) elaboradas con materias primas sin cocina para que no pierdan ni una sola vitamina ni mineral al tratarlas?
Aperitivos sanos como los frutos secos, lácteos fermentados (muy convenientes para hacer frente a situaciones de descompensación bacteriana natural), cereales integrales…¿Sabemos interpretar el etiquetado? ¿Mitos sobre los alimentos? ¿Qué son los superalimentos? Como en nutrición hay mucho por contar, dejamos estos temas para un próximo artículo en este blog.
En definitiva, una dieta sana y equilibrada es posible. Y si tienes duda, consulta a tu farmacéutico de confianza sobre recomendaciones de hábitos saludables. Y no te olvides del Servicio de Nutrición. Hay que visitarlo, al menos una vez en la vida.
Autor/es
Farmacéutica. Vocal de Nutrición y Salud Alimentaria del COF Sevilla