Las consultas sobre el contenido en lactosa de los medicamentos son cada vez más frecuentes en la farmacia. En esta entrada te explicamos en qué consiste la intolerancia a la lactosa y su relación con los medicamentos.

Cada vez más pacientes acuden a la farmacia solicitando medicamentos que no contengan lactosa como excipiente.
Esto supone a priori un quebradero de cabeza porque existen grupos terapéuticos completos donde no hay ni una sola presentación que no contenga lactosa. Es el caso de los anticonceptivos orales, donde el médico debe cambiar la forma farmacéutica al anillo vaginal, parche o implantes, o de algunas benzodiacepinas, donde se debe cambiar incluso de principio activo.
La lactosa es un excipiente muy bueno para comprimir, motivo por el cual es tan frecuente encontrarlo en la elaboración de comprimidos, aunque también puede aparecer en otras formas farmacéuticas como son cápsulas o sobres.
Este azúcar es un excipiente de declaración obligatoria y por tanto todos los medicamentos que lo contienen deben indicarlo. Si eres intolerante y quieres saber si el medicamento que tomas tiene lactosa, no tienes más que leer el prospecto, donde debe declararlo. Si el medicamento está precintado (es decir, no puedes abrirlo para leer el prospecto sin romper la caja), puedes consultar su ficha técnica en la página de la AEMPS (a la derecha, en un circulito verde con las siglas FT) donde en el apartado 6.1 encontrarás los excipientes.
Y sí, he dicho intolerante, no alérgico. Las alergias son reacciones del organismo mediadas por anticuerpos y, por tanto, las moléculas que las producen deben tener cierto tamaño, requisito imprescindible que no cumple la lactosa. Así que no existe alergia a la lactosa. Y esto es importante, porque mientras que en las alergias, cantidades microscópicas de la sustancia pueden desencadenar reacciones muy graves en el paciente, en las intolerancias las dosis necesarias para causar una reacción son importantes, y cantidades muy pequeñas del componente, como es el caso, pueden pasar desapercibidas en cuanto a síntomas.
Sí que existe alergia a las proteínas de la leche de vaca, pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
La lactosa es un disacárido formado por glucosa y galactosa, que están unidas y deben romperse para ser metabolizadas. Y resulta que la enzima lactasa, que es la encargada de separarlas, debe romper esa pareja en el intestino delgado porque, si no es así, la lactosa llega al colon, donde es fermentada por las bacterias generando gases (hidrógeno, metano, etc.) que producen diversos síntomas tales como dolor abdominal, distensión, diarrea e incluso estreñimiento.
El problema reside en que los mamíferos adultos dejan de producir lactasa en el intestino. Y a nosotros, como humanos, nos ocurre lo mismo, así que lo “normal” es ser intolerante a la lactosa (como le pasa a la inmensa mayoría de asiáticos o africanos, por ejemplo) y los que la toleramos (sólo una parte de los caucásicos) es porque a través de sucesivas mutaciones hemos empezado a producirla (somos unos monstruitos metabolizadores de lactosa). Además existen patologías en las que el intestino está alterado y no hay o hay poca cantidad de lactasa, como el síndrome de intestino irritable, por ejemplo.
Todo esto nos lleva a pensar que hay muchísimas personas intolerantes a la lactosa, pero la pregunta es: ¿la lactosa que lleva un comprimido es suficiente para desencadenar molestias gastrointestinales en un paciente? O lo que es lo mismo: ¿si soy intolerante a la lactosa, puede sentarme mal un comprimido que la tenga como excipiente? Pues la respuesta es NO según los últimos estudios científicos. Pacientes que tomaron 400 mg de lactosa produjeron el mismo hidrógeno en el colon que los que no tomaron nada. Es decir, que los pacientes con déficit de lactasa en el intestino podrían tomar cualquier comprimido o cápsula (no existe ninguno que lleve 400 mg de lactosa) y científicamente no deberían referir sintomatología alguna relacionada con la intolerancia. Puedes ver el artículo completo en inglés aquí.
Otro tema es que, independientemente de lo que digan los estudios científicos, te siente mal el medicamento. Si lo has probado y te produce molestias, acude a tu farmacia y te buscarán alternativas que toleres mejor.

Autor/es

+ posts

Farmacéutica. Desarrollo de Proyectos Profesionales y Relaciones Institucionales del COF Sevilla.